El Principio Antropico



Nosotros habitamos este espacio del gran universo, considerando que si todo se hubiera formado de una manera distinta  de lo que es ahora
, probablemente no podríamos estar leyendo esto y mucho menos podría haber vida en este planeta.

En términos aproximados, el principio antrópico afirma, que vemos el universo tal y como es, al menos en parte porque existimos. Esta teoría es diametralmente opuesta al sueño de una teoría unificada totalmente predictiva, en que las leyes de la naturaleza son completas y el mundo es como es porque no podría ser de otra manera. Hay diversas versiones diferentes del principio antrópico, que van desde las tan débiles que son triviales hasta las tan fuertes que resultan absurdas. Aunque la mayoría de científicos se resisten a adoptar una versión fuerte del principio antrópico, pocos objetarían la utilidad de algunos argumentos antrópicos débiles.

     El principio antrópico débil viene a ser una explicación de cuales de las posibles eras o regiones del universo podríamos habitar. Por ejemplo, el que la gran explosión se produjera hace unos diez mil millones de años se debe a que el universo tiene que ser suficientemente viejo para que algunas estrellas hayan completado su evolución para producir elementos como el oxigeno y el carbono, de los cuales estamos formados, y suficientemente joven  para que todavía queden estrellas que suministren energía y mantengan la vida.


            En el marco de la propuesta de ausencia de contornos, podemos utilizar la regla de Feynman de asignación de números a cada historia del universo para hallar que propiedades debemos esperar que este presente. En este contexto, el principio antrópico se formula requiriendo  que las historias contengan vida inteligente. Naturalmente, el principio antrópico nos resultaría más satisfactorio si pudiéramos demostrar que muchas configuraciones iniciales diferentes han de haber evolucionado hasta producir un universo como el que observamos. Ello implicaría que el estado inicial de  la región del universo en que habitamos no tendría que haber sido seleccionado con especial cuidado.


Fuente: El universo en una cascara de nuez-Stephen Hawking